4 Jinetes: el birreino


Todos sabemos que las historias pueden movilizar nuestro corazón atormentado hacia los linderos de la esperanza, sabemos que una buena poesía o una bella canción enamoran, o que una palabra nos pueden llevar por las vías del heroísmo humano. La historieta se encuentra en otro nivel de asimilación de la narrativa, de las palabras; porque va acompañada de manifestaciones gráficas que compensan la comunicación con simples gestos, expresiones y ambientaciones. Este conjunto hace que la historieta produzca placeres estéticos y ésta se descubra como una expresión artística completa.
   
Cuatro jinetes es una obra que quiere traspasar los límites de la simple historieta a la de una narración gráfica cotidiana, más real, que enfrenta las ambigüedades que tiene el ser humano en el derrotero de la vida; un mundo necesario y tan indiscutible como cualquier otro mundo, porque ciertamente se ajusta perfectamente, no solo por estar habitado de hombres, sino porque se parece terriblemente al nuestro.

Esta obra nace de la desesperación consciente de un mundo marginal, mezquino, alienante, ridículo e inhumano; un mundo representado por cuatro personajes insertos en agrestes condiciones sociales, con expectativas de un futuro incierto, pero, aunque las circunstancias los atropellen, ellos confluyen en la dinámica de la existencia que les toco vivir; están ciegos y caminan por el valle de la muerte, como dicen algunas líneas de la bien conocida canción de Coolio, “Ganstans Paradise”. Estos seres que desfilan de viñeta en viñeta no son seres extraordinarios, no vienen de otro planeta, no los pico una araña radioactiva y mucho menos tienen súper poderes; son solamente humanos sobreviviendo  al devenir de una ciudad, de un barrio. Esta es otra de las diferencias con la historieta tradicional, que siempre lleva la condición de representar un mundo más fantástico que los mundos más fantásticos posibles.

El más increíble equilibrio de jocosidad se manifiesta en irreverentes y mordaces mensajes que hacen ver lo irrisoria que puede ser la sociedad; es una mirada crítica a las posturas ideológicas de un país tercermundista, expresadas de una manera versátil, que recuerdan frecuentemente a Pepo, pues no hieren a nadie y hacen gozar a muchos. Pero también aparece la piedad y el terror, y en esto también consiste este juego de equilibrista, que suscita a la emoción trágica. Solo por apartes se rompe el equilibrio en este largo drama que se desarrolla sin más apresuramiento ni atraso que la marcha misma del mundo, en un eterno presente.

No es necesario subrayar la gran creatividad y genialidad artística de Jean Zapata para romper con la estructura narrativa convencional; juega con los tiempos de narración, salta e intercala haciendo gala de acontecimientos retrospectivos, utilizando varios recursos estilísticos literarios como los flujos de consciencia, las voces con su diferenciación léxica y la conversación que cumple la función significativa y utilitaria.

No es difícil aproximar esta obra al concepto de Novela gráfica, ya que posee todos sus elementos característicos, pero sobre todo se acerca a este término porque existe una fruición hacia un lenguaje semiótico que declara mucho más de lo que esta ilustrado, mucho más de lo que esta escrito y se puede entrever en cada escena, en cada línea mucho más de lo que el autor quiso expresar. Esta es una obra que genera ambivalencia emotiva, una obra donde se puede pasar de la risa al llanto por su intrincado conflicto humano frente a la existencia, por el duro trabajo de cabalgar en las llanuras paradójicas del presente.


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